Nuevamente nos convocamos un 10 de
diciembre para recordar aquel 10 de diciembre de 1948, donde las Naciones
Unidas votan la Declaratoria
Universal de los Derechos Humanos.
30 Derechos inherentes a las
personas del mundo, sin excepción alguna.
Lo que sería virtualmente motivo de
alegría y regocijo choca con una triste realidad en América y otros países del
mundo en este Siglo XXI.
Han quedado atrás el cúmulo de
dictaduras que asolaron desde de los años 60 nuestro empobrecido continente
americano del Sur y del Centro.
Que nuestros países sean Estados de
Derecho es un gran avance en la lucha por los derechos de los pueblos y las
personas.
Los Derechos Humanos son violados en
distintos países, empezando por el Norte México, Colombia, Guatemala y Haití.
Contemplamos con indignación la responsabilidad de los gobiernos en la
proliferación de las maquilas, nuevas formas de explotación laboral por las
trasnacionales, sin garantías de ningún tipo en salarios o condiciones de
trabajo, especialmente en mujeres y niños.
Muchos trabajadores pierden su vida
o su libertad en las luchas por salarios dignos, organización sindical y
mejoras laborales. Los Estados de dichos países están directamente implicados
en estas prácticas violatorias en el tema de los Derechos Humanos.
Elegimos México en su papel de
Estado Impune en el plano de la violación histórica de los Derechos Humanos.
Desde los años 60 a
los 80 del siglo XX, el gobierno del PRI desarrolla una “guerra sucia” contra
opositores políticos y sociales, que llevó sus asesinatos y detenidos
desaparecidos a niveles jamás vistos.
En el gobierno de Calderón en el
2006 se firman acuerdos y pactos con Estados Unidos de lucha contra el
narcotráfico. Estados Unidos es el primer consumidor de drogas del mundo. A su
vez es el principal proveedor de armas y municiones tanto al Estado de México
como a los carteles mexicanos de la droga. El autoproclamado garante de la
justicia internacional así como su lucha sin pausas contra las drogas, Estados
Unidos de Norteamérica lava más o menos 36 mil millones de dólares por año,
lavando México otros miles de millones, reconocidos éstos por su alto grado de
corrupción.
Pero por supuesto los acuerdos no
son sólo por ser Estados limítrofes sino con causales geopolíticas y militares.
A partir de esta guerra, México es un país militarizado y paramilitarizado
siendo responsable en los últimos 5 años del asesinato de casi 50.000 personas
y miles de detenidos desaparecidos.
A pesar del fracaso de sus planes de
lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, las políticas para América Latina
y el resto del mundo no han variado en escencia.
El desarrollo de políticas de
defensa con propuestas a los países en protección y colaboración mutua muestra
un importante desarrollo en cantidad. Las bases de Estados Unidos en América
Latina y países en desarrollo, con el pretexto de velar por la seguridad del
planeta, o sea sus propios intereses, son apoyados por la OTAN y gobiernos serviles.
Los creadores de la Escuela de las Américas
varían en algo su entrismo a los países “importantes” (geopolítica y
militarmente), yendo a formar (deformar ideológicamente más aún) a los
ejércitos y otros actores de la vida nacional. La formación de tropa de elite
por los SEAL’S americanos, la ayuda a las escuelas en otros ámbitos, son los
famosos espejitos de colores para nuestro país.
Hay silencio en estos temas. No hay
debate y así se agrandan más supermanes del mundo: grandes violadores de los
Derechos Humanos por los nuevos promotores.
El tsunami provocado por estos
sismos imperiales, no es percibido por los obsoletos sismógrafos políticos de
nuestro país y del quehacer nacional.
Los Estados Unidos en sus
pseudoluchas contra el terrorismo internacional y el narcotráfico realiza hoy
en día impunemente las desapariciones forzadas de los que dice son los
terroristas. La prisión clandestina, tortura o muerte son el destino de sus
víctimas. Guantánamo es sólo una perla en ese collar de la potencia americana.
Tampoco el sismógrafo lo detecta. Tal vez mañana, al decir de Bertolt Brecht,
vendrán por nosotros y será demasiado tarde.
¿Y en el plano nacional?
Las cuentas les dan bien, correctas.
Pero el Estado es responsable, o
debe serlo, de su gente, de su pueblo, y los Derechos Humanos son para todos,
sin excepción.
Los presos, no todos, por ejemplo no
contamos a Gregorio Alvarez y sus subordinados, los otros, mala gente muchos de
ellos, aún por esto se les deben respetar sus Derechos Humanos, y es el Estado
el que debe velar por esos derechos de la población carcelaria. No se puede
seguir responsabilizando y culpando a los elementos más peligrosos dentro de
las cárceles, por sus chantajes mafiosos con los nuevos o más débiles. La
responsabilidad final o principal es del Estado.
Las fuerzas represivas dentro de los
centros carcelarios, es otro agente violador de los Derechos Humanos. Las
famosas requisas que realizan los “cascudos”, en la jerga carcelaria, son muy
curiosas: meten garrote a diestra y siniestra y después requisan. Resultado:
los cortes, celulares y drogas son siempre demasiados y no los hallan.
Y hablemos de la política más común:
hay que dejarlos que se maten, porque así son menos. Los boquetes que alientan
el quehacer de las bandas, jamás se rellenan. La alimentación es una afrenta al
ser humano. La revisación agrede la dignidad. La recuperación de los presos es
una utopía.
En otro plano y para terminar de
condenar la parte violatoria: tenemos cientos de miles de uruguayos, niños y
viejos, mujeres y enfermos, sobreviviendo entre aguas servidas, zanjas
inundables y ranchos que serían una vergüenza como habitación de animales
domésticos. El medio condiciona, entre otros, la continuidad generacional. La
violencia que genera esas formas de vida, es trasmitida a los niños futuros
hombres y mujeres como forma de vida. La única que por ahora están condenados a
conocer.
Las responsabilidades se comparten
en buena medida. La sociedad toda también es responsable sobre todo en lo que
atañe a la transformación de ese Estado violatorio. Es condición necesaria la
culturización en Derechos Humanos. En el respeto al otro, al no yo, a todos.
Esa lucha nos compete, nos obliga sobre todo a luchar por los más débiles.
Las causas que llevaron al
compromiso de aquella generación combativa y sensible al dolor de su pueblo
están ahí; distintas tal vez, nuevos tiempos, nuevas miserias.
Están ahí las causas como están ahí
los asesinados, los torturados, los detenidos desaparecidos y estarán a través
de los siglos.
Como siempre recordar que Todos
somos Familiares.
Por Verdad, Justicia y Memoria.
Por un Nunca Más Terrorismo de
Estado.
Montevideo, 10 de
diciembre de 2012.
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